EL ESTERO DE VIÑA DEL
MAR
El plan de la ciudad de Viña del Mar, centro turístico del
país a sólo algo más de 100 kilómetros de su capital, Santiago de Chile, forma
parte de una con-urbanización junto a Valparaíso, Quilpué, Con-Con, Villa
Alemana y Limache, que suman cientos de miles de habitantes. Dividiéndola de
oriente a poniente transcurre el llamado estero Marga-Marga, río que durante la
mayor parte del año lleva un bajísimo caudal, pero que en los inviernos puede
desbordarse.
El Marga-Marga, estero y no río, por lo ya dicho, fue
explotado ya por los Incas por su antigua riqueza en oro y después por los
españoles, en el valle que los locales nombraban Penco.
Como le sucede a muchos cursos fluviales, el Marga-Marga fue
el depositario de las excretas de todos los poblados y ciudades de sus orillas
y también de las descargas industriales. Ahora nos puede parecer muy
sorprendente, pero en la década de los años 70 del siglo XX, esto sucedía en la
proclamada Capital Turística de Chile. Así, sus icónicas playas de la costa
marina, de claras arenas, estaban contaminadas por deposiciones y sus
peligrosos coliformes fecales. Además era habitual que las aguas del estero
tomaran surrealistas coloraciones por las descargas de una importante textil en
pleno plan de la ciudad. Y la instalación de surtidores para el agua que se
apozaba en su desembocadura, bloqueada por la arena, repartía por el aire y con
la ayuda del viento, toda esa carga de coliformes y tinturas por el sector.
También de algún modo sobrevivían los mosquitos, que desvelaban a los
viñamarinos.
Ahora sin embargo, todas las aguas residuales de la con-urbanización son canalizadas
subterráneamente y tratadas de su contenido biológico, aunque no de su
contenido de metales pesados, por ejemplo. Es una gran obra que tiene ya muchos
años de éxito, pero persiste el peligro
que tiene la concentración de cadmio, plomo, arsénico, cobre, etc, de las aguas
residuales, que llegan hasta la cúspide de la cadena alimenticia marina, que es
a su vez consumida por el Hombre. Nuestra costa de Chile central, en estas
latitudes, recibe mucha polución de industrias a través de aguas residuales que
va a parar a peces y mariscos de consumo humano, como recientemente se alertó,
pero que tiene sus antecedentes en décadas atrás por los estudios del Profesor
Chang, de la Universidad Federico Santa María, de Valparaíso. Entonces vemos
que se repite el esconder la suciedad debajo de la alfombra. Aquí hay una gran
tarea ambiental pendiente, irrenunciable.
Pero el mismo estero Marga-Marga está suficientemente limpio
para haber recuperado flora y fauna que prospera dentro de los márgenes
impuestos por la urbanización. Han regresado aves acuáticas (garza cuca, garza
chica, garza grande, guairavo, tagüita, huala, picurio), mamíferos como el
coipo, sapos, peces; han vuelto plantas acuáticas. Hoy el estero demuestra un
ecosistema renovado, pero frágil. La concesión para la extracción de arenas del
cauce del estero, la instalación de actividades comerciales esporádicas que dejan
escombros y residuos diversos, deben ponernos en alerta para educar para que
nunca más este histórico estero vuelva a ser la letrina de la zona.
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