Algunas trampas del crecimiento y desarrollo de las economías


Ante todo, les pido a quienes saben de economía, considerar estas ideas como provenientes de quien no tiene formación en esta disciplina, pero que como cualquier persona, tiene una opinión que dar y que quizás haga pensar a alguien.

Las economías requieren el crecimiento para ser exitosas. No podría hablarse de una buena economía que sólo mantenga su movimiento basado en una producción estable en el tiempo y un flujo de servicios invariable, porque las poblaciones humanas crecen, crecen las expectativas y se despiertan infinitas “necesidades” del deseo de poseer, ostentar o pertenecer. Se requiere un capital, es decir, una concentración de haberes, un desequilibrio entre los que tienen algo que ofrecer y los que necesitan o desean lo que se les ofrece. Claro que a cambio de un beneficio a la parte ofertante en la forma de un precio que se fija según la ley de oferta y demanda.

La organización de las sociedades modernas se basa en una economía productiva de innumerables bienes y servicios. Las sociedades humanas originarias tenían (y tienen), una economía de recolección y/o de caza y pesca. Posteriormente, el asentamiento humano en un solo sitio permitió la producción de plantas y animales para la subsistencia. En un nivel más avanzado los excedentes se trucaban por otros que no se tenían. A estas alturas la economía sigue siendo básica para satisfacer las necesidades de alimentación, vestimenta, habitación, salud, protección, etc.

Al nivel actual la economía predominante es la de consumo, es decir, basada en una gran rotación de bienes y servicios, que se adquieren, se usan y se descartan, por desgaste de algún tipo, deseo de cambio o moda. Ya no es por necesidad de subsistencia solamente, sino por motivos que aparecen después que el nivel de vida es de cierta holgura, de cierta cantidad de excedentes después de los gastos básicos. Una economía que se fundamenta en el “consumo” tiene en éste, un motor que arranca y no se detiene, porque proporciona un estímulo a nuestros sistemas biológicos de recompensa, aquellos que nos producen cierto placer. Y como estos sistemas pueden hacer experimentar un nivel de satisfacción cada vez más difícil de alcanzar, variable de individuo en individuo y que la falta de esta satisfacción provoca algo similar al síndrome de abstinencia como en la adicción a drogas, se recurre a la estimulación constante del deseo de compra mediante los avisos comerciales y el marketing en general (promoción, posicionar marcas, etc.) También hay personas que desarrollan una compulsión a las compras y cuya satisfacción se disipa relativamente rápido, lo que las impele a seguir el ciclo de compras  e insatisfacción.

Voy a nombrar y comentar algunas “trampas” con las que nos tenemos que ver en las economías basadas en el constante crecimiento y desarrollo:

-Las necesidades son infinitas y los recursos son finitos. La sociedad de consumo cumple con otorgar satisfacción a millones de “necesidades” creadas por apetencia de la sensación de recompensa. No se le da mayor importancia a la finitud de los recursos, pues si alguno escasea, se encarece y se buscan alternativas, generalmente más baratas de producir. Y así sucesivamente. La trampa está en que a pesar de esto y del desarrollo de tecnologías de producción más eficientes, los recursos básicos, las materias primas, se agotan o llegan a ser carísimas de producir. 

-Si los recursos escasean, se recurre a la economía de materiales por disminución de material o remplazo de material (por ejemplo metal por plástico). Se restablece el nivel de producción, incluso crece y se repite el fenómeno, lo que provoca una búsqueda, explotación y agotamiento  constante de alternativas.

-Cuando un recurso natural ha llegado a ser escaso, no siempre se buscan alternativas, sino que crece el apetito por ese recurso y la intención de poder capturar o producir el máximo posible de éste, antes que se agote, incluso se extinga comercial o biológicamente en el caso de animales. Esto pasa actualmente con el atún y otros pescados (a propósito del auge del Sushi, la ganadería y los alimentos para mascotas, etc.).

-En el caso de los combustibles, como el petróleo que está con fecha de término estimada, se desarrollan motores de automóviles de menor consumo (y menor precio). Pero esto genera que se compren más vehículos. Al haber más automóviles circulando, se consume más petróleo si sumamos el consumo de todos los vehículos en circulación. Se satura el tránsito, se presiona hacia la ampliación de las autopistas, sube el precio del petróleo por la alta demanda y por el manejo de la oferta, además del encarecimiento propio de la creciente escasez de producción y de la creciente necesidad de más petróleo.

¿Qué se puede hacer frente a todo esto? Hay que buscar respuestas, técnicas, no sólo políticas. Me parece que sería un gran error confiar que de alguna manera todo se va a solucionar, como hasta ahora. La diferencia es que la acción humana afecta ya a todo el planeta y los sistemas naturales como el clima, el ciclo del carbono, el ciclo del agua, tienen cada uno sus tiempos para normalizarse o para llegar a situaciones sin retorno como la sequía y la  desertificación, el adelgazamiento de la ozonósfera, la acidificación de los océanos y la proliferación de enormes masas de plástico flotante, las inundaciones, la extinción de especies, el agotamiento comercial de recursos naturales. 

Ya he comentado en otro artículo (“A propósito de nosotros los 7.000 millones de personas”) que nuestra tierra no puede sostener para toda la humanidad el modelo de “consumo” actual de las naciones de Norteamérica y Europa. Esto es serio, no es catastrofismo. Es ciencia, no política ni ideología. Lo que se vaya decidiendo hacer debe ser con visión a largo plazo, técnica, basada en cifras ciertas, en investigaciones. No podremos pensar más en términos de oportunismo económico regional (Norteamérica, Asia, etc.) o nacional. Hoy estamos entendiendo esto con la actual crisis europea que afecta a todas las economías mundiales. Debemos comenzar a pensar en el futuro que queremos legar a las demás generaciones, porque ese futuro comenzó ahora.