Milton Friedman,
premio Nobel de Economía 1976, remeció las convicciones al opinar que estaba de
acuerdo con legalizar la producción y el uso de drogas consideradas ilícitas. El narcotráfico y el uso de las
drogas ha causado y sigue causando muchísimo sufrimiento y destrucción de las
sociedades por dos frentes: La corrupción de sus instituciones y el daño y
destrucción de la salud de las personas. Cuando sabemos de crímenes, cada vez
más atroces de manos del narcotráfico, vemos lo que se produce; Las víctimas
personales de la adicción a drogas, que es creciente y que causa daños
irreversibles al cerebro, no las conocemos mayormente, sino quizás por cifras
estadísticas, quizás por algún caso cercano. Estas víctimas no se ven porque se
han degradado hasta el punto de ser capaces de hacer cualquier cosa por
satisfacer la adicción, que si no se hace, genera un síndrome de
abstinencia angustioso que no se mitiga sino con el uso de drogas.
Hoy en
Chile, como en otros países, han surgido voces a favor de la legalización de la
producción y uso de cualquier droga, argumentando que así se estandarizaría la
“calidad” de las drogas y así su “seguridad”, los productores pagarían impuestos
y con éstos se financiaría la educación contra el uso de drogas y el
tratamiento de los que caen en ellas. De esta manera se liberarían los grandes
recursos que desde hace décadas se gastan en el combate al narcotráfico y que
en opinión de estas opiniones, es una guerra perdida. Se argumenta también que
si el tabaco y el alcohol se producen legalmente y pagan impuestos altos, lo
mismo debería hacerse con las drogas.
Estos
argumentos son falaces. Si bien en el caso de las bebidas alcohólicas y del
tabaco se han subido los impuestos y se ha limitado su promoción, no podemos
asegurar que haya campañas educativas a gran escala en todos los países donde éstas
existen y muchas veces se limitan a advertencias en las etiquetas. Por otra
parte lo que se hace en estos casos son alternativas de control a falta de
haber parado el problema desde sus inicios. Es cierto que el uso y abuso del
tabaco y el alcohol vienen de siempre, pero su gran oferta y amplia difusión
colocó las cosas de una forma muy diferente. Recordemos las décadas de
promoción del tabaco y su aceptación como elemento de status social. Recordemos
también los argumentos de las tabacaleras que desmentían que el tabaco fuera
dañino para la salud. ¿Hoy, quién podría argumentar esto con la evidencia acumulada?
Recordemos además las décadas en que de esta forma se asentó la valoración
social del tabaco y la sobre-oferta de alcohol desde la juventud, uno de cuyos
resultados es que hoy el emborracharse no es motivo de preocupación para los
que se embriagan. Ellos remarcan y valoran las percepciones de agrado, de
distensión y desinhibición que produce el alcohol, por ejemplo, sin referirse a
sus efectos negativos como adicción, destrucción hepática, destrucción
familiar, etc. ¿Queremos repetir y a gran escala, con gran publicidad (y
engañosa), este proceso, con la instalación legal de las drogas en la sociedad?
¿Tenemos en cuenta el alto poder adictivo y destructivo al cerebro (y de la
conducta) que las drogan provocan? Sería como abrir otra caja de Pandora con
consecuencias mucho más graves.
Lamento que
un gran problema social se reduzca a la ley de la oferta y la demanda. ¿Con qué
ética se les daría aprobación a los productores de drogas para causar tanto
daño a la sociedad? ¿Es legítimo legitimar la autodestrucción? ¿Es legítimo y ético
ofrecer drogas de distinto precio y valor adictivo, promocionando el escalar de
un nivel a otro, hasta experiencias más intensas, pero creando mayor
dependencia? ¿Es ético promover, con todas las artimañas de la publicidad, el
inicio del uso de drogas, sabiendo que pronto se adquirirá la adicción, que es
para muchos un viaje sin vuelta atrás y si se produce la vuelta, hay gran
probabilidad de recaer?
Pienso que
la guerra a las drogas no está perdida porque no se ha enfatizado justamente en
la educación. Porque se ha dejado que se
instale en la sociedad, seguramente como parte del plan del narcotráfico. ¡Qué
contentos deben estar los grandes mafiosos de la droga con opiniones a favor de
su legitimación! Legalizar las drogas no
terminaría con su mercado negro, sino peor, lo agravaría; La recarga a
los sistemas de salud sería enorme y todos tendríamos que financiarla. Con todo esto, ganaría el narcotráfico y
perderíamos todos.
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