Los Indignados


En estos días revueltos en que por todo el mundo surgen movimientos que se autoproclaman como indignados o que se los clasifica como tales aunque no se autodefinan así, es preciso pensar un poco sobre este fenómeno que aparenta ser una moda para algunos, o un movimiento o postura que se queda, para otros.

Hay que aplicar un tamiz grueso primero para que decante lo auténtico de lo efectista. Lo que quede en el tamiz podrá ser una mezcla de oportunismo político, que es algo así como el agarrar algo de qué aprovecharse para mantenerse en el sitial del poder y ver después cómo lo preparo para que dé dividendos de popularidad, es decir, de aprobación de la respectiva cámara o, de los codiciados votos populares. También se podrán encontrar todo tipo de excedente que contenga un poco de ambientalismo de fin de semana, minorías sociales desadaptadas a la sociedad, gente que nunca fue educada en sus hogares, con valores intrascendentes o simplemente hedonistas; unos pocos delincuentes, sociópatas, anárquicos y extremistas,  pero también contenido  muy respetable pero en una categoría especial de los indignados, tales  como marginados, olvidados, ninguneados, todos quienes casi pasan el tamiz. ¿Serán los súper indignados que aun no son escuchados?

Y el contenido social que decanta una vez pasado el colador está compuesto por un heterogéneo conjunto, (en apariencias) de personas sin distinguirlos social, política, o nacionalmente, que ha estado soportando todo tipo de excesos desde sociedades muy distintas pero que se igualan en cuanto a considerar tácitamente que están compuestos por una especie de masa o tejido informe de personas que poco importan como tales, que son la mayoría en esas sociedades, que tienen la capacidad de “consumir” bienes y servicios y pagar muy caro para ello, respecto a otro tejido social más escaso pero bien caracterizado, que detenta la producción y regulación de esos bienes y servicios, quienes finalmente pagan menos y se benefician más, a costa de las mayorías. Agreguemos otro grupo que no paga porque no  tiene cómo hacerlo y que se beneficia con subsidios y ayudas de todo tipo que lo mantiene en una condición de estado estacionario, porque unos salen de ese grupo y otros entran del mismo a lo largo del tiempo. (Esto no sucede a esa escala entre los otros segmentos sociales de muchas sociedades humanas).

Aquí tenemos entonces a los auténticos indignados, aquellos que se dan cuenta de cómo se manejan las cosas, para los cuales la justicia no resulta, aquellos para los que no aplican las reales rebajas tributarias, aquellos que trabajan duro y no reciben subsidios o ayudas, aquellos que tienen que pagarse de su bolsillo la casa, la salud, la educación con gran sacrificio familiar, aquellos que no son alcanzados por muchos derechos, porque caen en las excepciones, en las letras chicas, aquellos que son asaltados por las tarjetas de crédito, que son asediados por los avisos comerciales que ofrecen paraísos de bienestar y de felicidad, por radio, televisión, telefonía móvil y fija, diarios y revistas, internet, carteles urbanos y carreteros, en envases de todo tipo de productos, en etiquetas, en programas en vivo de todo tipo, en slogans, en frases cantadas como por encantadoras  sirenas, etcétera.

Este “informe grupo de gente”, las grandes mayorías,  realmente tiene forma y tiene voz y tiene inteligencia y está gritando fuerte que no acepta  que los sigan engañando y que están realmente indignados.  Y se ha demostrado que tienen poder de convocatoria y que son sensibles a los abusos y ponen el dedo exactamente en la llaga. Todo el universo economicista que se ha construido como un castillo de naipes con el supuesto de que se soporta todo y siempre  la rentabilidad, la codicia y la usura puede apretar un poco más el cuello, va a desplomarse por aquí y por allá. Es un “vaticinio” racional válido para Europa, Estados Unidos, Australia, China, India, Rusia y América Latina, el Medio Oriente y el Magreg. El resto de África y Asia se salva por sus graves problemas de otra índole. 

Hay que destacar a muchos millones de indignados especiales: Los agobiados por poderes dictatoriales que duran décadas y del que el democrático occidente hace vista gorda.
Tomen nota los políticos y gobernantes del mundo;  se les va a pasar duros exámenes desde ahora.