jueves, 16 de mayo de 2013

Flora y Fauna de la Puna de Atacama



La Puna de Atacama es una altiplanicie que está por una altura promedio de 4.500 metros sobre el nivel del mar. Cuando se está allí viviendo sus rigores como el viento, el calor, o el frío y especialmente la falta de oxígeno que  nos impide movernos con rapidez, uno piensa que el ambiente no es propicio para la vida. Sin embargo es gratamente sorprendente observar animales y plantas adaptándose a esas inclemencias, como los que muestro en esta página.






 ¿Cómo se alimentarán esos guanacos es parajes tan desérticos? ¿Qué comerán esos suris o ñandúes en esos arenales? ¿Cómo sobreviven esas pequeñas plantas entre las piedras del desierto? Si bien el desierto de Atacama es realmente el más árido del mundo, en la puna de Atacama hay precipitaciones durante el mes de febrero, de forma torrencial y que provoca riadas con efectos locales y a cientos de kilómetros. Nieva, llueve, graniza, ventea y caen cientos de rayos al día. Cuando íbamos en un automóvil de turismo en medio de una tormenta eléctrica de lluvia y  granizo, cayó un rayo en el vehículo en marcha,  que lo remeció e hizo sonar muy fuerte su carrocería, pero afortunadamente no reventó los neumáticos, porque podría haber provocado un accidente fatal. Posiblemente la lluvia permitió la conducción del rayo hacia el piso, sin afectarlos.








Pero además de apreciar plantas y animales, pudimos ser testigos de paisajes maravillosos. Justamente esos parajes están hoy en el tercer lugar mundial de destinos turísticos naturales, después del Salar de Uyuni (cerca de Atacama) y la Gran Barrera de Coral de Australia. Recomiendo ir por el día a Tara, con su laguna con flamencos, sus mesetas desérticas y sus monumentales colosos de roca, con unos 20 a 30 metros de altura. El clima impidió que fuéramos a Piedras Rojas, un destino turístico reciente y que dará mucho que hablar.

La Escalada del CO2



Durante la primera semana de mayo de 2013, la concentración promedio del CO2 atmosférico mundial sobrepasó el límite de 400 partes por millón. Este nivel es una barrera estimada desde la cual el CO2 mundial crece hacia una zona de peligro, según la Organización Meteorológica Mundial. Se estimaba que ese nivel se alcanzaría entre el 2015 y el 2016. 

El 2009 la comunidad internacional esperaba no  superar los 2 grados C en el incremento de la temperatura mundial por sobre la temperatura de antes de la era industrial. Ahora se espera que el incremento va a llegar a 2,4 grados Cº o más. Esto irá acompañado de sucesos climáticos extremos. En el 2015 volverán a reunirse las naciones mundiales para revisar el tema y ojalá lograr acuerdos para disminuir la producción de CO2. Como van estas cosas, dos años más puede ser un plazo demasiado largo para seguir igual y peor, toda vez que las emisiones de CO2 mantienen su concentración de forma prolongada y los efectos de cualquier disminución que se logre, no se notarán sino en muchos años.

Esta mala noticia, que ha pasado casi desapercibida, es un aviso más para que la comunidad internacional haga suyo este problema que es mundial, que es progresivo y al que contribuyen en mayor grado China y EEUU. Cada país tiene sus excusas para no reducir las emisiones y éstas son de índole económica. El clima extremo e inesperado que estamos viviendo desde hace años y de forma creciente, no ha tenido la reacción apropiada en la opinión pública ni en los países que son grandes emisores. Las Naciones Unidas claman con seriedad sobre el peligro de la situación climática y las emisiones de CO2, pero no se toman todas las medidas que deben tomarse o en el grado que deberían tomarse.

Cada día que pasa se hace más urgente tomar decisiones políticas y que no serían populares, porque si no se han hecho planes progresivos adecuados para tratar este gran problema, las adecuaciones sobre la marcha respecto a la polución y su reemplazo por una producción más limpia, van a tener que ser más drásticas.

Este es el momento que la voz de las Naciones Unidas debe escucharse y cumplirse. Quizás deba concederse más poder a sus resoluciones y advertencias y no seguir siendo éstas sólo recomendaciones que no se van a cumplir por falta de voluntad política de los países.

Nuestra naturaleza animal no puede relacionar los fenómenos climáticos actuales con una cifra de algo que no percibimos con nuestros sentidos, como es el CO2. Pero en esto debe prevalecer nuestra naturaleza racional que sí nos permite darnos cuenta del problema y de que es mundial, progresivamente creciente y que afecta a toda la vida sobre la tierra, incluida la de nuestra especie. Entonces, o seguimos como animales cualquiera y vamos a la extinción masiva de la vida, o reaccionamos como seres pensantes y sociales, tomando prontamente medidas racionales, sistemáticas y a largo plazo, con las Naciones Unidas al centro,  para comenzar a experimentar el retroceso del CO2, quizás el próximo siglo.