Qué es el canto: Hablar
del canto no es decir algo más de la música; el canto es una expresión musical
especial, no es una transducción de una pieza musical al instrumento de la voz
o una composición para ser interpretada vocalmente. El canto tiene la
particularidad de que el instrumento que lo hace es diferente de cantante en
cantante. Y no me refiero a las diferencias entre la voz de una soprano, de una
mezzosoprano, de un tenor o de un barítono o de otras clasificaciones basadas
en el rango del registro tonal de la voz, sino a la individualidad de cada voz.
Cada persona tiene una voz hablada y una voz cantada que es diferente a
cualquier otra y que está compuesta por muchas vibraciones sonoras que en
conjunto de dan el “timbre” característicamente individual. Esas vibraciones se
denominan “armónicos”. Es como si cada voz estuviera conformada por una
sinfonía de voces, que fusionadas y al unísono, constituyen el timbre vocal.
Quizás el canto fue previo al lenguaje hablado durante
nuestra evolución como especie, porque podemos cantar sin palabras, sólo con
sonidos sin significado semántico. Con o sin palabras el canto entrega un
significado emocional, o más bien, interpretamos el canto mediante emociones
que en nosotros inspira, de diversa naturaleza. Si tenemos en cuenta la triple
conformación de las emociones (el sentimiento, la activación fisiológica y la
conducta), el canto se expresa en estas tres dimensiones y a la vez provoca
reacciones en el auditor, también en ellas tres. ¿Cómo es esto? El canto
trasmite o provoca sentimientos determinados en otros, puede ocasionar que “se
ericen los pelos”, sintamos un calofrío, lloremos, nos quedemos inmóviles o nos
incite al movimiento de apretar las manos o cubrirnos la cara con éstas, etc.
Las reacciones al canto son diversas, pero se manifiestan en estas tres
dimensiones, como en toda emoción.
Los sentimientos en
el canto: El sentimiento que se genera depende de nuestra particular
formación y experiencia. Se basa en lo que hemos vivido, como nuestros triunfos
y fracasos, como nuestras alegrías o nuestras tristezas. La interpretación del
artista tiene mucho que aportar en el sentimiento provocado, como algo más de
los tonos y los tiempos, del pulso y la clave de la obra. La interpretación
aporta matices sutiles o muy manifiestos, que el mismo compositor dejó escrito
en la obra o el intérprete nos regala o el director solicita.
Cada interpretación, cada presentación, cada concierto, es
una recreación de una obra que un autor creó. La música y el canto deben
recrearse cada vez y cada vez el resultado puede ser y es, distinto, a pesar de
la rigurosidad en la interpretación. Yo diría que esto es más verdad aún en el
canto que en la música no cantada, porque el instrumento vocal, la voz del
cantante, está sujeta a las condiciones fisiológicas, cognitivas y emocionales
que está experimentando durante la interpretación. Es decir, la gran riqueza de
una voz cantada está influida permanentemente por lo que está viviendo, por sus
problemas, por su salud, por sus sentimientos. Parte del arte de cantar es
aprender a sobreponerse a las emociones, a expresarlas, pero no dejarse
capturar por ellas. Entonces, cuando la emoción que en el cantante se produce,
no debe impedir que pueda cantar expresando esa emoción. Si no fuese así, el
cantante saltaría, gritaría, lloraría, pero no podría cantar.
La formación del
cantante: Todos podemos cantar, pero esta cualidad se puede perfeccionar
hasta límites impensados. Para ello se requiere tener una adecuada discriminación
del oído para la tonalidad y del tiempo de las notas y los silencios. También
saber leer la música. Pero además se requiere un largo aprendizaje del canto
depurado, que es un aprendizaje no sólo teórico, sino especialmente implícito,
de la destreza de cantar bien. Esto requiere mucho tiempo, de alrededor de diez
años para la formación de un cantante lírico, es decir, que desarrolle todo el
potencial del canto. Es el plazo de la formación de expertos en cualquier área
del saber humano.
El proceso por el que va transitando el cantante en
formación, requiere un entrenamiento de destrezas respiratorias y de
estructuras difíciles de entrenar a voluntad, como son los músculos de la
laringe, faringe, la musculatura de la lengua y del rostro. Muchos pasos que
deben superarse son contraintuitivos, como los grandes pasos de la humanidad.
Las estructuras y los procesos se conducen a sus límites y estos límites se van
desplazando. Junto a la correcta emisión de la voz se aprende a utilizar los
senos perinasales y los huesos del
cráneo como resonadores, que le dan proyección a distancia a la voz y aportan
significativamente a su timbre. Todo esto además del arte de la interpretación
conforman al cantante, un artista con un instrumento que debe cuidar bien (su voz)
y que va cambiando con los años.
El cantante canta con todo su organismo y su cerebro
funciona de manera compleja para demostrar las destrezas de trasmitir emociones
y el texto de las arias le dan el
contexto a la emoción. Para demostrar
esto no se necesita de grandes instalaciones, trajes o amplificaciones, sólo
una buena acústica del recinto. Pero el Ser Humano diversifica enormemente su
curiosidad y sus proyectos. Por esto, el canto lírico, el canto llevado a su
máxima perfección no lo desarrollan muchos. El canto masivo de nuestros días es
menos pretencioso y se apoya en grandes escenarios, luces, trajes,
amplificación, con una técnica vocal modesta. También ha surgido el cantante
estrella, junto a una leyenda, a efectos especiales, a marketing, a música
sencilla, pero eso ya es otra cosa.