lunes, 31 de diciembre de 2012
La maravilla del Canto
Qué es el canto: Hablar
del canto no es decir algo más de la música; el canto es una expresión musical
especial, no es una transducción de una pieza musical al instrumento de la voz
o una composición para ser interpretada vocalmente. El canto tiene la
particularidad de que el instrumento que lo hace es diferente de cantante en
cantante. Y no me refiero a las diferencias entre la voz de una soprano, de una
mezzosoprano, de un tenor o de un barítono o de otras clasificaciones basadas
en el rango del registro tonal de la voz, sino a la individualidad de cada voz.
Cada persona tiene una voz hablada y una voz cantada que es diferente a
cualquier otra y que está compuesta por muchas vibraciones sonoras que en
conjunto de dan el “timbre” característicamente individual. Esas vibraciones se
denominan “armónicos”. Es como si cada voz estuviera conformada por una
sinfonía de voces, que fusionadas y al unísono, constituyen el timbre vocal.
Quizás el canto fue previo al lenguaje hablado durante
nuestra evolución como especie, porque podemos cantar sin palabras, sólo con
sonidos sin significado semántico. Con o sin palabras el canto entrega un
significado emocional, o más bien, interpretamos el canto mediante emociones
que en nosotros inspira, de diversa naturaleza. Si tenemos en cuenta la triple
conformación de las emociones (el sentimiento, la activación fisiológica y la
conducta), el canto se expresa en estas tres dimensiones y a la vez provoca
reacciones en el auditor, también en ellas tres. ¿Cómo es esto? El canto
trasmite o provoca sentimientos determinados en otros, puede ocasionar que “se
ericen los pelos”, sintamos un calofrío, lloremos, nos quedemos inmóviles o nos
incite al movimiento de apretar las manos o cubrirnos la cara con éstas, etc.
Las reacciones al canto son diversas, pero se manifiestan en estas tres
dimensiones, como en toda emoción.
Los sentimientos en
el canto: El sentimiento que se genera depende de nuestra particular
formación y experiencia. Se basa en lo que hemos vivido, como nuestros triunfos
y fracasos, como nuestras alegrías o nuestras tristezas. La interpretación del
artista tiene mucho que aportar en el sentimiento provocado, como algo más de
los tonos y los tiempos, del pulso y la clave de la obra. La interpretación
aporta matices sutiles o muy manifiestos, que el mismo compositor dejó escrito
en la obra o el intérprete nos regala o el director solicita.
Cada interpretación, cada presentación, cada concierto, es
una recreación de una obra que un autor creó. La música y el canto deben
recrearse cada vez y cada vez el resultado puede ser y es, distinto, a pesar de
la rigurosidad en la interpretación. Yo diría que esto es más verdad aún en el
canto que en la música no cantada, porque el instrumento vocal, la voz del
cantante, está sujeta a las condiciones fisiológicas, cognitivas y emocionales
que está experimentando durante la interpretación. Es decir, la gran riqueza de
una voz cantada está influida permanentemente por lo que está viviendo, por sus
problemas, por su salud, por sus sentimientos. Parte del arte de cantar es
aprender a sobreponerse a las emociones, a expresarlas, pero no dejarse
capturar por ellas. Entonces, cuando la emoción que en el cantante se produce,
no debe impedir que pueda cantar expresando esa emoción. Si no fuese así, el
cantante saltaría, gritaría, lloraría, pero no podría cantar.
La formación del
cantante: Todos podemos cantar, pero esta cualidad se puede perfeccionar
hasta límites impensados. Para ello se requiere tener una adecuada discriminación
del oído para la tonalidad y del tiempo de las notas y los silencios. También
saber leer la música. Pero además se requiere un largo aprendizaje del canto
depurado, que es un aprendizaje no sólo teórico, sino especialmente implícito,
de la destreza de cantar bien. Esto requiere mucho tiempo, de alrededor de diez
años para la formación de un cantante lírico, es decir, que desarrolle todo el
potencial del canto. Es el plazo de la formación de expertos en cualquier área
del saber humano.
El proceso por el que va transitando el cantante en
formación, requiere un entrenamiento de destrezas respiratorias y de
estructuras difíciles de entrenar a voluntad, como son los músculos de la
laringe, faringe, la musculatura de la lengua y del rostro. Muchos pasos que
deben superarse son contraintuitivos, como los grandes pasos de la humanidad.
Las estructuras y los procesos se conducen a sus límites y estos límites se van
desplazando. Junto a la correcta emisión de la voz se aprende a utilizar los
senos perinasales y los huesos del
cráneo como resonadores, que le dan proyección a distancia a la voz y aportan
significativamente a su timbre. Todo esto además del arte de la interpretación
conforman al cantante, un artista con un instrumento que debe cuidar bien (su voz)
y que va cambiando con los años.
El cantante canta con todo su organismo y su cerebro
funciona de manera compleja para demostrar las destrezas de trasmitir emociones
y el texto de las arias le dan el
contexto a la emoción. Para demostrar
esto no se necesita de grandes instalaciones, trajes o amplificaciones, sólo
una buena acústica del recinto. Pero el Ser Humano diversifica enormemente su
curiosidad y sus proyectos. Por esto, el canto lírico, el canto llevado a su
máxima perfección no lo desarrollan muchos. El canto masivo de nuestros días es
menos pretencioso y se apoya en grandes escenarios, luces, trajes,
amplificación, con una técnica vocal modesta. También ha surgido el cantante
estrella, junto a una leyenda, a efectos especiales, a marketing, a música
sencilla, pero eso ya es otra cosa.
Los fines de mundo
El año 2012 muchos pensaron que se iba a terminar el mundo.
Todo empezó con una errada interpretación del calendario de los Mayas, que
originó una dispersión de especulaciones sin base sólida, sobre el fin del
mundo para cualquier gusto.
Algunos escribieron sus locas ideas (¿o mentiras?) quizás
esperando producir un best seller que los llenaría de dinero. Algunos canales
de televisión pagada demostraron su ineptitud para proveer cultura, ofreciendo
producciones sobre el fin del mundo, con profusión de efectos especiales
digitales para todos los gustos o todos los sustos. Esos canales, supuestamente
culturales, cayeron en el peor descrédito.
Cíclicamente en la historia se repiten los anuncios del fin
del mundo, ocasionados por una interpretación supersticiosa de los
acontecimientos naturales como graves epidemias, cataclismos, desastres
climáticos o guerras. Y hay líderes religiosos que contribuyen en estos
anuncios o los aprovechan para guiar las ovejas a su propio redil.
Me parece que este tema no merece mucha extensión, pero
quiero expresar lo siguiente:
Mi asombro por el miedo colectivo que estos anuncios del fin
del mundo el año 2012 han ocasionado; mi decepción por el poco análisis que
muchas personas hacen de la basura que propagan algunos medios de comunicación;
mi deseo de que aquellas personas que proclamaron que el mundo se iba a acabar
el año 2012, expliquen por qué eso no sucedió, pidan excusas de su alarmismo y
del miedo que ocasionaron en adultos y en niños. Nunca más se les dé tribuna a
estos falsos e irresponsables agoreros en los medios de comunicación, que están
para difundir la verdad, no el error, el saber, no la superstición, que tanto
daño le hace a la humanidad.
martes, 6 de noviembre de 2012
La Genealogía
Actualmente hay un interés sin precedentes por la genealogía
familiar. Internet ha proporcionado y lo seguirá haciendo, espero, una inmensa
cantidad de datos genealógicos de todo el mundo, de forma gratuita y también
pagada, con la cual cada persona puede obtener la información de sus
antepasados hasta tiempos que no se imaginaba alcanzar. Además se dispone de
programas computacionales para organizar toda esa información para compartirla
con sus familiares u otras personas con las cuales quizás comparta antepasados.
El para qué de la
genealogía: ¿Por qué pasa esto? Para algunos, como los “Mormones”, hay
razones religiosas en investigar a los antepasados. Para otros hay motivaciones
en obtener el reconocimiento de otra nacionalidad y poder emigrar hacia mejores
oportunidades laborales. Para algunos es la respuesta a las preguntas que
siempre se hicieron respecto al lugar de donde vinieron sus antepasados, qué
los impulsó a viajar desde tan lejos como otro continente, como desde Europa a
América, qué vida tenían o desentrañar misterios familiares o confirmar o
rechazar historias familiares que ya nadie puede fundamentar.
Ciertas historias de familia se sabían como rumores o de
oídas. Antes no se hablaba de ciertos temas, como los hijos fuera del
matrimonio o los familiares orates, o a veces los motivos de inmigración eran
tan tristes o traumáticos que se querían olvidar, como persecuciones y guerras.
Cuando uno se ocupa en atesorar los conocimientos de las
familias de nuestro padre y madre, a través de ellos o de sus parientes y de
nuestros abuelos, a través de sus relatos o escritos varios, o referencias a
ellos, se va conformando nuestra historia de familia en la que reconocemos
ciertos patrones de conducta, conocemos de las enfermedades más prevalentes de
nuestros antepasados y si tenemos la suerte de atesorar las fotos antiguas,
podremos reconocer también rasgos comunes, con todo lo cual vamos agrandando el
tamaño familiar y conociendo ancestros
de los que nada sabíamos y comprendiendo de sus vidas, sus anhelos e incluso
ciertos rasgos psicológicos nos pueden parecer parecidos a los propios. Sus
cartas nos revelan sus anhelos, su carácter, sus ideas, sus proyectos. ¿Serán
parecidos a los nuestros?
Si somos afortunados algún antepasado escribió sobre su vida
o sus viajes. Quizás quiso tirar una botella con un relato desde su tiempo,
hacia el futuro, hasta nuestros pies.
Las tradiciones orales persisten bastante incorruptibles por
unos 400 años en civilizaciones sin escritura. En nuestra civilización actual
con tanta información registrada y también con tanta que nunca se pensó en
registrar, como la historia de las familias, hay mucho que hacer para
reconstruir nuestra propia historia porque nadie tal vez la ha escrito, si así
lo deseamos. O lo querrán nuestros hijos o nietos.
Hasta dónde podemos
llegar: Cualquiera puede rastrear sobre su familia hasta aproximadamente
los tatarabuelos. Se puede comprender que difícilmente podamos conocer siquiera
a nuestros bisabuelos. Pero nuestros abuelos podrán contarnos de sus propios
abuelos, o sea, nuestros tatarabuelos. Sin embargo la información va escaseando
y difuminándose hacia atrás, porque no tenemos la tradición de transmitir
oralmente la historia de nuestra familia. Pero se dispone de los registros eclesiásticos
cristianos, por ejemplo, hasta por lo menos mediados del siglo XVI, cuando se decretó el
registro obligatorio de bautismos, casamientos y defunciones. Si tuvimos
antepasados destacados o de la nobleza, los registros son aún más antiguos.
Les cuento que por experiencia propia, el reconstruir la
genealogía de mi familia (o mis familias, las de mi madre y las de mi padre),
he podido confirmar relatos de abuelos, o refutar suposiciones o aclarar
misterios de parentesco. Hasta hoy, estoy convencido que he reunido más información familiar que
cualquiera de mis antepasados y espero que siga apareciendo en la web cada vez
algo más. Y he conocido cómo eran mis antepasados, qué hacían, qué soñaban, qué
sufrieron y qué aportaron algunos a la historia de Chile, de España, o de
Francia. Y al conocerlos los he allegado a mi familia. Así como soy, ellos y
ellas tenían algunos rasgos de mí.
El futuro sin petróleo
Nuestra civilización está basada en la energía abundante y
relativamente barata. Antes de la revolución industrial la producción de los
elementos que consideramos indispensables para nuestra sobrevivencia, se
producían de forma artesanal: los alimentos, el vestuario y la vivienda. Todo
requería mucho trabajo y mucho tiempo. Prácticamente cada cosa era única,
distinta a otra con igual función y en general se hacían para durar lo más
posible. Así era con los muebles, la ropa, las herramientas. La producción
artesanal es limitada respecto al volumen de la producción industrial con una
gran inversión en energía. El carbón y las primeras máquinas a vapor cambiaron
el mundo: la energía se usó en abundancia y también fue abundante la elaboración
de productos y el transporte fueron como
nunca masivos y rápidos. Después cambiamos al petróleo por su abundancia y el
descubrimiento de importantes yacimientos petrolíferos en Texas a comienzos del
siglo XX, puso al petróleo en el primer lugar desplazando al alcohol como
combustible para la naciente industria del automóvil.
El plástico y otras
maravillas: El petróleo, abundante fuente de energía, reforzó la revolución
industrial y además ha sido el comienzo de una industria que está en muchos campos,
como es la del plástico y similares. El petróleo nos durará unas cuantas
décadas más y ahora debemos ocuparnos en desarrollar otras fuentes de energía
que lo remplacen; Para el transporte quizás el hidrógeno. Para la energía de
uso industrial y doméstico no podemos
volver al carbón, porque si bien sigue siendo abundante, también es finito y la
biósfera no podría soportar la carga de su uso generalizado e intensivo. Sería
acelerar el calentamiento global y otras desgracias sin vuelta. Ya sabemos que
debemos instalar sistemas de energía de producción limpia y renovable. Pero hay
algo en lo que no hemos pensado mucho: La sobrepoblación humana actual, si bien
se ha alcanzado por el desarrollo de la medicina y de la salud pública, de la
agricultura y muchas tecnologías asociadas, se debe también al uso de grandes
cantidades de energía relativamente barata, como la del carbón y después la del
petróleo. Esto nos hace pensar que cuando ya no dispongamos de esa energía o
sea muy cara, necesariamente va a haber una presión sostenida sobre todas las
economías, sobre la producción de alimentos, sobre el transporte y sobre una
sociedad basada en el consumo. Tendremos que ir pensando en un futuro próximo
(unas dos generaciones), de una vida más austera, con uso generalizado de
energías renovables e impensables adaptaciones para el trabajo, el ocio y la
organización social.
Hay otro pero: ¿Cómo remplazaremos los miles de productos
provenientes del petróleo? Veamos: El plástico que tenemos en casa, en el
automóvil, en los empaques. Ciertamente un material maravilloso pero
difícilmente reciclable, no biodegradable, del que tanto necesitamos, pero que
no podremos fabricar en base al petróleo. Habrá entonces una gran presión sobre
otras materias, como la biomasa: la madera y sus derivados, la pesca, la leña,
etc. Pero no podemos seguir deforestando para ello o para hacer biocombustible
en las cantidades que necesitaremos ¿Energía nuclear entonces? Aún no es de
fiar. Es cosa de recordar los desastres de Fukushima o de Chernobil, entre
otros de menor magnitud. El uranio también es finito. Los residuos nucleares
son peligrosos, hasta por miles de años. Todo esto nos obliga a pensar en serio
y a largo plazo.
Qué viene: Lo que
se viene para la sociedad humana es una vuelta desde las revoluciones del
carbón y del petróleo, sus abundancias y la sobrepoblación que han producido,
por lo menos en parte. Debemos pensar en un futuro totalmente distinto, pero
que permita la producción de muchísima energía eléctrica para nuestras maquinarias
de fábricas, de transporte y de nuestros
hogares. Las poderosas e influyentes potencias productoras de petróleo
querrán hacer perdurar lo más posible su era dorada. Algunas ya han manifestado
que el petróleo no les durará por siempre y están haciendo importantes
transformaciones como cambiar su dependencia
de las ventas del crudo por el del turismo, como Dubai. Pero no se ve
una convergencia de intenciones a nivel
mundial para aplicar un plan para el obligado cambio de paradigma del
desarrollo. Ya hemos visto cómo algunas potencias mundiales simplemente no
cumplen sus acuerdos sobre emisiones dañinas, frente a todas las naciones.
Las crisis económicas mundiales no dejarán de ser tan
seguidas y tan profundas como las que hemos vivido y estamos viendo desde por
lo menos el 2008, porque se persiste en solucionarlas aplicando la misma
medida, haciendo más de lo mismo de siempre: producir más, consumir más
petróleo, seguir creciendo, crear más demanda, etc. No queremos darnos cuenta
que ese mundo ya no será posible y debemos ver nuestro futuro próximo de otra
manera. No podemos seguir pensándolo como lo que ha sido desde la revolución
industrial. Eso ya es historia. ¿Pesimismo? No, puro realismo.
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